Hace unos meses me contactó una colega terapeuta, te lo explico porque ejerzo varias profesiones y tengo diferentes tipos de colegas.
En este caso era una terapeuta que buscaba un muerto aunque ella aún no lo sabía.
Te lo cuento unos párrafos más abajo.
Cuando ejerzo esta profesión de investigadora y sigo el rastro energético de las personas como un sabueso sigue el rastro oloroso de un humano, me sorprendo de lo sencillo que es lograr la información con un par de datos insignificantes. Así que una de mis profesiones es investigadora de energías y de la consciencia. Son dos cosas diferentes aunque en cada una desvelo lo oculto. En un caso de algo material y tangible, y en el otro algo intangible pero que crea la manifestación de la vida.
Vamos al lío que es lo que te interesa.
Esta mujer estaba intentado, a través de una terapia energética, liberar capas de información de una persona para dar con su paradero. Se había perdido en un famoso pueblo de «veraneo» de invierno de las montañas de Roma. Era invierno y la nieve se atisbaba.
Según me dió los dos datos mínimos: nombre y fecha de nacimiento del muerto, aunque ella aún no lo sabía, y la localización, ya supe que estaba muerto. Y aunque parece obvio no lo es tanto. No se busca igual a un muerto que a un vivo. Así que se lo dije sin rodeos, porque eso no era lo peor ni la noticia bomba, así que tenía que ir poco a poco, liberando la información en dosis y sin perder tiempo pues la nieve, las ventiscas acechaban y con ello la desaparición del cadáver.
Me he saltado algo importante, antes de darle ninguna información, le pedí un consentimiento escrito de la familia para iniciar mi investigación y para que supieran que yo iba a iniciar el caso. Sin este permiso no podría hacerlo pues aunque suene a chino, y no lo es, a nivel de alma, necesito una autorización o permiso para conectar y escudriñar. Me lo dieron por whatsapp.
Así que sin más dilación, y a través de mi colega les dije que el señor estaba muerto, y se hallaba en el mismo pueblo.
La prensa se había hecho eco y lo daban por perdido buscando en los pueblos de la comarca e incluso en Roma. Había dos teorías: se había ido por voluntad propia, o bien había perdido el conocimiento. Cuando supe que la prensa y TV estaban creando la noticia no me gustó nada. Me enteré de que no era una persona famosa o algo así, sino que la prensa de Roma estaba aburrida y no había nada más sensacionalista que contar.
Mi colega me preguntó por mis honorarios y le dije que en este caso no iba a cobrar nada. Era un caso de muerte y me parece feo, desagradable y mezquino cobrar por algo así. Además es mi don y lo uso como siento más adecuado en cada momento. Aunque te diré que después me arrepentí de no cobrar.
El caso es que le dije que estaba muerto y en el pueblo. Ella, la colega, me dijo que imposible pues ya habían mirado. Así que tracé un triángulo entre tres puntos del pueblo y les dije que buscaran en los tres vértices del triángulo. Aunque sabía que no lo iban a encontrar cosa que ella no había percibido. Te preguntarás porque puse tres puntos y no uno. Por seguridad mía. Te parecerá una chorrada pero si buscan a alguien y le dices exactamente donde está aún pueden venir a investigarte a ti, es de locos, lo sé, pero cosas más locas he visto.
Le di la información y la familia, con su actitud corroboró una información muy loca que había percibido: No había sido una muerte natural, tipo voy caminando y me resbalo y me caigo por el precipicio, tampoco algo como voy caminando y me da un infarto.
En fin, que no lo buscaban dónde era porque ni se había ido porque quiso, ni perdió la orientación y la cabeza y no sabía volver, ni se cayó por un barranco. No sé porqué lo hicieron, o mejor dicho, no quise saberlo, pero sí sé que eso fue lo que ocurrió y estaba en uno de esos tres puntos, que había indicado.
La excusa que puso la familia para no buscar en esos lugares es que o bien ya habían mirado, o bien que eran zonas concurridas y alguien lo hubiera visto. Con lo cual corroboraron la información que yo había recibido y me costaba creer.
Pasaron unas semanas y mi colega me dijo que la familia «abandonaba» la búsqueda, se marchaba de la zona y si tenía más noticias. La verdad es que una parte mía se indignó, porque si no siguen la información, ¿para que quieren más?. Sin embargo otra parte mía que era consciente del teatrillo que estaban haciendo, y que mi colega desconocía, no le dio importancia. Eso sí, yo sabía a través del alma del señor, que si no lo encontraban antes de una fecha, la nieve, temporal, etc. iba a impedir encontrarlo, por lo menos hasta la primavero, eso si lo seguían buscando. Semanas después, tras una copiosa nevada y un temporal, volvieron a la zona, a investigar los tres vértices del triángulo, obviamente allí no quedaba rastro de nada.
No se busca igual a un vivo, quizá desaparecido por cuento propia o ajeno a su voluntad, que a un muerto, enterrado y bien enterrado en un lugar bastante común y de paso.
Y ahora te puedes estar preguntando si esto es real o mi mente de escritora se lo ha inventado para hacerte pasar un rato entretenido.
Por desgracia la vida muchas veces supera a la ficción y en todo caso, en cualquier situación en la que necesites información, comprensión, no de un muerto, sino y lo más importante, de ti misma, de ti mismo, puedes contratarme.
Y con esta historia que no es de Navidad pero tampoco de Santos Inocentes, me despido por el momento.
P.D. Si te gustan estas historias, reales, dímelo en comentarios, y te cuento unas cuantas más.