Cuando el linaje pesa y nos hace cuesta arriba la vida, es el momento de atenderlo.
Nadie está exento de portar una mochila cargada de información de los abuelos, de los bisabuelos. Es parte de nuestra genética, está en nuestro ADN todo aquello que ellos no lograron resolver en su vida. Esto pasa de bisabuelos a bisnietos, haciendo pequeñas «paradas» en los abuelos y los padres. Es la tercera generación la «encargada» de resolver aquello que quedó pendiente en el mundo emocional, del pensamiento de nuestros antecesores.
Cada persona tiene su mapa de ruta, su información en su nombre y fecha de nacimiento. La fecha en concreto nos habla de los ciclos evolutivos del alma. Cada cuanto tiempo se cierra una etapa y se abre otra nueva. Es por esto que quizá en tu vida nunca haya pasado nada de nada y llegado un momento, una edad, un cumpleaños, pareciera que se desencadenan un sinfín de acontecimientos, situaciones descontroladas, bloqueos… Cuando esto ocurre es que ha llegado la hora, como factor de consciencia de tu familia, de resolver lo que toque.
¿Sabes qué ocurre cuándo no se realiza esta tarea? Qué pesa mucho esa información, eso por resolver. Se nota esa carga. Se nota hasta el punto que cuesta realizarla. Cuánto más se demore en ello más pesada se hace, hasta llegar un punto que nos invalida.
He conocido casos de personas en estado de dejadez, otras de falta de ánimo, incluso con depresión por causa de aquello que está ahí sin resolver. No digo que sea sencillo conocer esta información a simple vista. Lo ideal es observar si se manifiestan situaciones recurrentes en tu día a día. De ser así, puedes indagar si en tu familia hubo algún hecho que se pueda relacionar con esto. Para que lo entiendas: Es un lenguaje simbólico el que se manifiesta entre lo que se dió en tu linaje y lo que te ocurre en tu día a día. Para entenderlo pregúntate : ¿Esta situación que vivo, puede ser consecuencia de aquel hecho familiar?. Ej. Puedes temer una y otra vez encararte, exigirle a los hombres. Puede ser un jefe, un amigo, tu pareja, tu hermano. Si observas esa conducta en ti, valora si puede ser una consecuencia de algo que se vivió en tu linaje femenino. De ser así es prioritario que te enfrentes justo a aquello que te causa temor pues es el modo de salir de la rueda de causa-efecto.
En la medida que conoces la situación, es posible, que la cosa se agrave. La conciencia funciona de ese modo. Es exigente. Puede que no haya mayores consecuencias mientras no tomamos conciencia. Una vez esto ocurra, como ya hay un conocimiento, las consecuencias empiezan a agravarse. El tomar conciencia va acompañado de una responsabilidad que si no se realiza agranda las consecuencias, el efecto, de lo que nos negamos a resolver. Es la pescadilla que se muerde la cola. En el próximo post te hablaré de esto y de un caso real en una persona muy joven que puede llegar a acabar en la cárcel por una tontería.
Como mujeres portamos mucha información subconsciente de lo vivido por nuestra mujeres. Luego nos enfadamos, nos ofuscamos, vamos a huelgas. Sin hacer la labor más importante: ponerle nombre a lo que nos ocurre, saber de dónde viene y a dónde va. Tomar acción.
Tomar conciencia de las cosas es el fin último de muchos de nosotros. Es el fin último en los procesos de crecimiento consciente. Y no hay que olvidar que ello implica una responsabilidad que de no realizarla, agrava, paraliza e incluso enferma a la persona. Si te encuentras en situaciones de esta índole no dudes en pedirme ayuda.
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