Para muchas personas Navidad es sinónimo de inocencia, de alegría, de consciencia. En realidad esa inocencia y alegría son los precursores de la consciencia.
Para muchas otras persona, por diferentes situaciones de dolor que han vivido en su vida, coincidiendo con la Navidad o fechas próximas, Navidad es sinónimo de dolor, tambíén si hay una tristeza profunda en la vida, por pérdidas de personas queridas y el anhelo que se despierta en esas fechas.
Más allá de estas circunstancias, fruto de la experiencia, también el dolor del alma se puede expresar con más fuerza en estas fechas.
Y detrás de las circunstancias personales o del alma individual hay una memoria histórica, una memoria humana que vincula la Navidad, la consciencia y la maestría interna con un miedo irracional y una tristeza profunda. No olvidemos que ante el nacimiento del Niño Dios, hubo una oposición férrea a ello por el poder del momento en la figura de Herodes y la matanza de almas nobles.
Más allá del hecho histórico esto es una alegoría del miedo que tenemos a nuestro poder personal, a nuestra maestría interna, a la consciencia en nosotros, y de algún modo nos sostenemos en el externo, en lo superfluo, en lo vanal para no dar paso a nuestra inocencia, pureza y fuerza interna, la fuerza del corazón.
Y llegamos a nuestra maestría interna honrando lo que somos, honrando el ser que nos habita y se expresa a través de nuestros dones, de nuestra personalidad única en conexión con nuestra consciencia.
Para permitir esta expresión de aquello que nos hace únicos, exclusivos, tenemos que transitar por las partes ocultas de la personalidad, el miedo, el dolor, y todo esto conforma los traumas. Y no es algo aislado que te ocurre a ti. Socialmente existe una historia de trauma histórico, sólo necesitas mirar la historia de la humanidad para darte cuenta: trauma generacional. Quizá en la historia familiar, no mucho más allá de 2 o 3 generaciones, se ha vivido hambre, guerras, reclusión, diáspora, emigración, desastres naturales. Entonces, no es nada que sea aislado en ti. Es humano. Es transgeneracional. Y aún así hay almas inocentes, nobles, dichosas que aman la vida y la Navidad.
Y sin obviar la historia que sostenemos, estas almas sienten que son parte del cambio, que saben que aún detrás del dolor emerge la voluntad de entender que es posible dignificar la vida desde la acción, desde la alegría interna.
En este momento de cambio de ciclo, en lo que todo se tambalea, y así debe de ser, tenemos la herramienta de nuestra mirada interna, de nuestros recursos del alma, y desde esta perspectiva siempre es Navidad, y no una Navidad que me conecta con la pérdida, sino con la certeza de que todo está en mis manos y desde ellas cambio para mi y como parte de todo, como parte social, cambio mi mundo interno y alumbro el Camino.
Dentro de estos recursos surge la MetaGenética que procede del Akasha y se define como una ciencia del nuevo tiempo. A través de la consciencia que es salud, avanzamos en este tiempo de cambio, tomando las riendas de nuestra vida y transformando el dolor del pasado en la inocencia del presente.
Para realizar un reset grupal, social, para generar una acción colectiva de conocimiento y conexión de la consciencia he creado el curso de MetaGenética: La salud a través de la consciencia, basado en mi libro del mismo nombre, que desarrollaré a lo largo de un año. Si es de tu interés saber más, AQUÍ, está la información.